lunes, 25 de abril de 2022

 

Visita al Camposanto.

Josefine, quedó muy intrigada después de la llamada que le hiciera Margareth la noche anterior. Así es que, para contarle todo vendrá a desayunar hoy, casualmente su sobrino Oliver, está hoy en casa. El la ayuda a organizar la terraza, donde estarán más cómodos.

En realidad Oliver no es sobrino de Josefine, es un estudiante que vive pensionado en casa de ella y llama a las dos mujeres tías.

En ese momento, suena el timbre y Josefine se apresura a abrir. Margareth, entra como un torbellino, hablando sin parar.
Mientras el joven, se encarga de preparar y servirles el café a las mujeres y para él.
Cuando llega a la terraza ya Margareth, ha empezado a contarle a Josefine, lo sucedido.

— Fue tremendo, comentaba Margareth
— Pero que sucedió, preguntó Oliver.
— Ay mijito, es que ayer tenía cita para mis terapias, como de costumbre, pero antes debía pasar por la consulta de mi médico, para recoger las recetas de mis medicamentos.
— Pero ya conoces a tu tía, terció Josefine.
— Sí, para resumir; con la llovedera, me tuve que ir en bus, ya sabes tengo mi„carcacha“ en el taller.
Ya casi llegando recibí un mensaje donde me decía que la cita del terapeuta,se había cancelado.
—Pero eso no es normal—intervino Oliver. ¿Por qué cancelan una cita a última hora? Tendrás que poner una queja tía Mar.
—Bueno, el asunto es que, después de despedirme de mi doctor, donde por cierto, me he podido herniar, por aguantar una carcajada, aproveché, para visitar a Bernd, así que lo llamé para ir al camposanto y llevarle unas flores a la tumba de su madre. Él se alegró, así que quedamos.
— Que bien, espero que él está bien. Dijo Josefine, siempre me ha gustado. Esos ojos azules me matan. Aunque me pregunto ¿por qué nunca se casó? Será que es… Ya sabes.

Oliver se revolvió incómodo en el sillón, él también conocía al tío Bernd y no le parecía. Aunque a veces se lo quedaba mirando de manera extraña. Entonces un poco pensativo, por lo que acababa de decir la tía Marga preguntó, como al descuido, para no darle más cuerda de la debida a la tía, pues él sabía que ella solo necesitaba un tris, para no soltar la palabra en el resto del día.
—¿Qué fue eso de la carcajada, donde tu médico, tía Mar?
—No ha sido tan grave, únicamente que me ha sorprendido, porque no creo que sepa quién es Picasso, pero eso se los cuento más tarde. Primero lo que me pasó, para por fin, poder encontrarme con Bernd.
—Lo anoto en la servilleta, porque será otra de tus anécdotas, para morir de risa. Apuntó Josefine. Margareth le echó una de sus miradas.
— Bueno sigo, me fui en el primer bus que pasó, pensando que iba para el pueblo donde vive Bernd. Efectivamente, me llevó hasta allí, pero me dejó en el lado opuesto de la ciudad, una parte que yo no conocía, en una estación a la que nunca había ido.
— Bueno y entonces, ¿qué hiciste? —Preguntaron al unísono los otros.
— ¿Qué voy a haber hecho?, nada ya estaba a punto de llorar, pero me acerqué a un bus y le pregunté al conductor. ¿Cómo lograría llegar al Camposanto? Él me respondió, que debía tomar el número 28, miré en el tablero de información y me tranquilizó ver que faltaban solo siete minutos para que el bendito bus, llegara.
— Bueno, menos mal. Entonces de ahí te fuiste a ver al tío Bernd, no fue tan terrible después de todo.
— Nooo mijito, ahí fue donde empezó es desastre, llega el bus, me subo, salimos de la estación y se manda San Peter a hacer pipí sobre la ciudad. Me fijo que el bus, cruza a la derecha y pensé que en algún momento tomaría la dirección correcta. Después de cinco paradas, me levanto y pregunto en voz alta, ¿a dónde nos dirigimos? Alguien con voz ahogada por la máscara, responde que para otra ciudad.
Yo, totalmente fuera de mí, me levanto y corro hasta donde el conductor y le digo con el mismo tono de antes: ¿Puede ser posible que usted no va en dirección al camposanto? ¡Por favor, detenga el autobús, por favor, debo bajarme aquí! Cuando de repente escucho un coro, no precisamente celestial. Eran todos los pasajeros que como si estuvieran de acuerdo, decían a un ritmo: Nein, nein, nein… Das geht nicht!!!*1
— ¡Oh Dios mío! Tante*2 Marga, replica Oliver y comienzan a reír Josefine y él.

—El conductor me deja en la siguiente parada, después de recorrer, casi dos kilómetros. Me dice señalando un lugar solitario, sin cabina donde cobijarme.
— Tiene que esperar el bus número 28, que viene en la dirección contraria, no demora en pasar. Está usted de suerte.
—Mientras tanto Bernd, llama todo preocupado, no me queda más opción que disculparme.
—Marga, puedo recogerte, ¿dónde te encuentras? Envíame tu ubicación.
—Como soy nula con eso de la tecnología, tome una foto del sitio y la envié. Claro no era lo que él esperaba.
— Marga, ve a tu aplicación de Google Map y envíame tu ubicación. Me envió un mensaje.
—Pero ya te la he enviado, ¿qué es eso de Google Map?. Mira no te preocupes ya va a llegar el bus, o eso me ha dicho el conductor del bus, del que me acabo de bajar.
—¡Ayyy, Margaretha!, de todas las tragedias de tu vida esta se lleva el premio. Me imagino el cabreo que debía tener, nuestro amigo Bernd.
— Pues no,mira que ahora es que falta. Ya me conocen ustedes, me subo al bus, empapada hasta los calzones y doy gracias que no utilizo Pampers para la incontinencia, si no te imaginas no habría podido levantar la pierna para subir al bus.
Oliver no aguanta la risa, se aprieta el estómago, porque de tanto reír, ya le duele. Las ocurrencias de la tía Margareth, lo hacen cambiar de colores, pero también lleva una vida nada aburrida la tía. Como quisiera que ella fuera su tía de verdad o su madre.
— Para colmo, —continúa Margareth. Ya en el bus, voy a buscar el puesto destinado para los ancianos y había cuatro roros comodamente sentados cagados de la risa, con el genio que traía, los lavé, los planché y los colgué. Los pobres salieron de las asientos como perritos apaleados.
— Sí, ahí te doy la razón,—apostilló Josefine, no es normal que siempre están ellos sentados y los ancianos de pie. Bueno tengo que decir, lo digo por ti, que eres la más vieja de las dos.

A esta altura, el pobre Oliver, ya no aguantaba más la risa y le sobrevino un hipo. Cuando medio pudo, preguntó:
— Anda tía y ¿al fin qué? ¿Lograste reunirte con el tío Bernd?
— No, pues esto fue lo que coronó la noche. Llego a la estación donde me debía estar esperando Bernd y como ustedes saben además de sorda soy ciega. Yo miraba a la derecha, a la izquierda y no veía a Bernd, ni su coche.
—¿Se aburrió de esperarte?, acotó Josefine. Yo también me habría ido. Dijo soltando una de sus típicas carcajadas.
— Ya sabes que él está hecho de otra plastilina mija, nada de compararte con esta alma de Dios.
— ¿Y entonces, si te esperó tía?
— Si mijo, yo estaba mirándolo, pero no lo veía, porque traía muletas. La verdad me sorprendió y se me subió el color morado de la vergüenza. Le pedí disculpas, de verdad, me sentí muy mal.
— Será con el único, conmigo no te da vergüenza nada, hasta dejarme en la madrugada en el ante jardín de tu casa. O quedarte dormida mientras telefoneamos.
— Deja de ser tan majadera Josefine, ¿cómo quieres que no me duerma, si me llamas a media noche, para que te haga compañía mientras conduces trescientos kilómetros hasta tu casa?
— En fin fueron al camposanto? Preguntó ya casi seria, su amiga.
— Pues no, ya hacía cosa de una hora habían cerrado. Así que a Bernd se le ocurrió, llevarme a su casa, para secarme y beber algo caliente. Yo quería evitarlo, porque sabes que su gato me odia y yo tampoco es que le quiera mucho.
Al fin fuimos allí, medio me sequé y no quise beber nada, además don Gato, se subió en la mesa enfrente mío y se puso en posición de mandarme el chorro directo a la cara.
Menos mal en ese momento apareció su hermano, de Bernd, no del gato y yo, aproveché para levantarme y evitar así, que don Gato me meara la cara.

Nos saludamos, yo aproveché para pedir un taxi, más Bernd se ofreció llevarme, sin aceptar negativas. Estuvimos charlando un rato más.

Acto seguido, Bernd me llevó a casa, con la promesa de volverlo a visitar pronto. Supongo que podrá esperar hasta la primavera, así podrían venir ustedes conmigo. Seguro pasaremos una tarde muy divertida.

1*No, no, no... ¡¡¡Eso no funciona!!!
2* Tía
©María Vives.
Puede ser una ilustración de una o varias personas y texto que dice "dreamrtime / dreamstime.com 129113810 Studiostoks"

ivo

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