martes, 27 de julio de 2021

Imagen tomada de la red.
 EL VERANO DEL PASAPALABRA

La Abuela Ida, fanática empedernida de un programa de televisión, ya sabes el del Rosco. 

En un especial de fin de año, salió favorecida con un viaje en crucero para dos personas, por las islas del Mediterráneo. 

Cuando recibió la noticia, se comunicó con la tía Remedios, irían juntas, pero en primavera a la yaya le dio un ataque severo de ciática, el médico le expuso que viajar en barco no sería tan buena idea. 

Ella se entristeció, iba a perder su premio, sí en el término de dos semanas no encontraba quien le reemplazara. 

La abuela nos puso el pasaje en las manos a mi hermana Soledad y a mí, diciéndonos que no despreciáramos esa oportunidad, que sería a finales de agosto y nosotras nos encontraríamos de vacaciones. 

En el verano, estábamos en Valencia con Atila y Mario nuestros novios, que no quisieron estar separados de nosotras, serían unas vacaciones inolvidables, dijeron. 

El barco era pequeño, pero cómodo, un personal selecto. Se vivía una atmósfera, donde la intimidad, exclusividad y el elevado servicio desbordaban las expectativas. A la hora de la cena escuchamos el rumor, de que Eros se encontraba a bordo, andaba de incógnito con una famosa vedette. 

En la mañana ya olvidado el artista, disfrutando del viaje en la cubierta, había un sol esplendoroso, pero con la fuerte brisa no sentíamos calor. De un momento a otro la corriente se convirtió en ventisca y el barco empezó a zarandear, los chicos nos llevaban de vuelta a los camarotes cuando una bandada de agua que taliaba lo que hallaba a su paso se nos vino encima, todos entramos en pánico y no sabíamos adonde dirigirnos. 

Llegó el segundo oficial a bordo y con megáfono en mano nos guio hasta estribor, donde nos embarcarían en los salvavidas, debíamos abandonar el barco. Me sentí viviendo la peli del hundimiento del Titanic. 

Perdimos nuestro equipaje, solo Atila llevaba una pequeña maleta donde tenía su equipo de fotografía, la había sacado por si acaso. Fue entonces cuando apareció Eros acompañado de su vedette, y tras ellos una mano de paparazzi, como si su vida les fuera en ello y que con esas fotos en cambio, ganarían un potosí. 

Han pasado doce años, es verano de nuevo, nuestros hoy esposos, nos dieron esta sorpresa, nos vamos a recorrer las islas del mediterráneo. Estamos en el puerto de Valencia, empieza nuestra aventura.

© María Vives

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