martes, 29 de junio de 2021

 




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Hasta que la muerte nos separe

1977

Aquel sábado, en la Catedral de la ciudad, el párroco bendice la unión de Fabio y Denise.

Denise Cortéz, yo te recibo como esposa y prometo amarte fielmente durante toda mi vida hasta que la muerte nos separe.
Fabio Altahona, yo te recibo como esposo y prometo amarte fielmente durante toda mi vida, hasta que la muerte nos separe.
— El Señor confirme con su bondad este consentimiento vuestro que habéis manifestado ante la Iglesia y os otorgue su copiosa bendición. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Ya puedes besar a la novia.


1984


Durante aquellos siete años que llevaban de casados habían sido felices, no habían tenido hijos. Las familias de ambos deseaban ver niños correr por la casa, los nietos se hacían esperar. Cuando les preguntaban, respondían, somos jóvenes aún. Ya habrá tiempo para los niños. Denise por su lado decía:


Yo quiero hacer el próximo año un doctorado y Fabio, quiere ascender en el banco. La verdad es que no tendríamos tiempo para los hijos ahora. Él nunca agregaba nada. Se iba al jardín o subía el volumen de la tele.


La familia asumía que cuando una pareja llegaba al septenio, siempre había crisis, que solo ellos podrían solventar con amor, por tanto callaban y esperaban que pasara ese año.


Denise era una mujer hermosa con una figura sensual y llamativa, de cabellos ondulados y unos ojazos que enamoraban, era profesora y decana en una facultad de la Universidad. Fabio, era un hombre guapo, pero sencillo tenía un alto cargo ejecutivo en un gran banco Internacional. Vivían cómodamente, en una casa enorme y un hermoso jardín, en la mejor zona, pero casi nunca estaban allí.


Amor, recuerda que tenemos cita en el centro de eventos a las cuatro de la tarde. —Le dijo Fabio.

Ellos habían programado una gran fiesta de renovación de votos, para celebrar los famosos siete años de matrimonio o bodas de lana.

Bueno, nos encontramos allá, puede ser que llegue un poco retrasada, porque debo ir a ver a la diseñadora para medirme el vestido.


Aquel día justo antes de llegar a su trabajo, Denise se desvió un par de kilómetros y entró en un motel, después de quince minutos, salió, subió a su coche y se dirigió a su trabajo.


A las cuatro y veinte minutos, conducía por la autopista a más de cien, nadie podría decir si llevaba a alguien de pasajero. Al llegar al centro de eventos, salió de su coche y subió corriendo las escalinatas que llevaban a las oficinas del club.


Buenas tardes señorita— dirigiéndose a la recepcionista. — Mi esposo y yo tenemos una cita con el Gerente y la organizadora de eventos, vengo un poco atrasada, ¿me podría informar dónde se encuentran reunidos?

Si señora, don Carlos y Betty, la organizadora de eventos, les están esperando en la terraza del restaurante frente de la piscina. Su esposo aún no llega.—Hizo señas a un edecán para que escoltara a Denise.
Al acercarse a la piscina, el gerente se adelantó a recibirla.

Buenas tardes, señora Altahona, por aquí si es tan amable.— dijo señalando el camino hacía la mesa donde les esperaban.—Su marido no ha llegado, le hemos llamado pero su teléfono parece que esta fuera de servicio.

Denise se mostró un poco nerviosa y dijo:

Sí, que raro, yo también le he marcado un par de veces porque me demoré más de lo acordado, espero que llegue pronto, pero para no fastidiarle a usted otros compromisos, podríamos empezar sin él, imagino que le habrá resultado alguna junta de última hora. Hicieron las consultas que querían hacer para los últimos toques para la fiesta. Y se despidieron.


Fabio no llegó y Denise fue a casa de sus padres, desde ahí llamó a los suegros.

Hola Rita, ¿como estás, sabes algo de Fabio? ¿Está con ustedes?

No hija, pensaba que tenían ustedes esa reunión en el Lago.

Sí, pero no llegó. Lo he llamado varias veces y su teléfono está fuera de servicio. Esperaba que estuviera con ustedes, volví a casa de mis padres, preocupada pensando que hubiese pasado algo en casa de ustedes.

¡No! Ni Dios lo quiera, nosotros estamos bien, hija. ¿Has llamado a tu casa, ? a lo mejor lo olvidó y ahora está allí.


No, ya llamé, pero tampoco me respondió. Además, sabes que el servicio está libre hasta la próxima semana.

¡ Ay, hija! Ahora ya me empiezas a preocupar, ¿dónde puede estar ese muchacho?


Fabio Altahona, no volvió ese día, ni al siguiente, ni nunca.

A los tres días la policía encontró su auto en el lago cerca del centro de eventos, unos muchachos estaban haciendo cabotaje de equipajes al resort, al otro lado del lago y chocaron con algo, que resultó ser el Toyota de Fabio.

Iniciaron la búsqueda en el lago, suponiendo que había caído ahí por accidente, pero no encontraron ningún rastro del cuerpo.

Toda la familia estaba consternada, no podían imaginar que había sucedido. Se limitaron a hacer una misa por el hijo y esposo extraviado, con la esperanza de que estuviera vivo.

Denise se mostró siempre tan compungida, que daba dolor verla. Solo repetía una y otra vez:

¡Hasta que la muerte nos separe!

La policía siguió investigando pero sin mayores esperanzas.



1989

Denise lucía resplandeciente, iba entrando al auditorio de la Alma Mater, a recibir su diploma de doctorado, del brazo de su prometido. Un joven, unos cinco años menor que ella.


En la puerta del auditorio la esperaban los oficiales de policía que la detuvieron, al igual que a su prometido.


— Señora Denise Altahona, Señor Fernando Duarte, quedan detenidos por el asesinato premeditado de Fabio Altahona.

Les leyeron sus derechos, los esposaron y los condujeron a los coches policiales. 


Los titulares de la prensa, al siguiente día, en primera plana y a cuatro columnas, nos daban los detalles del escabroso hecho. 

Según los titulares, Fernando y Denise habían incinerado el cuerpo de Fabio en una cabaña en un bosque, cerca del mar.

A pesar de que no se había encontrado el cuerpo, había pruebas suficientes. Un tribunal popular los declaró culpables de asesinato y les condenó a una pena de 15 años de prisión.

Pero la realidad fue otra, Fabio conocía la relación entre Fernando y Denise. Cuando la vio salir del motel, momentos antes de la reunión en el club de eventos, tuvo claro que ese sería el final.

Empujó su coche por el acantilado del lago, prendió fuego a la cabaña del bosque y dejo, intencionadamente, su cartera a medio quemar. El anillo de boda, depositado entre las ascuas del fuego sería la prueba definitiva de su asesinato.


1996

Siete años después, Fabio pasea tranquilamente por una playa de Marbella, Bien acompañado por una morena con cierto parecido a su ex esposa, eso sí, diez años más joven que él.

Mientras, Fernando y Denise, aún no habían cumplido la mitad de su condena.

MaríaVives/ Esteban Rebollos.




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