lunes, 12 de abril de 2021


 


Bruja

        Bruja, bruja, le gritaban los muchachos, tú lo que estás es loca; mientras las niñas la miraban y se reían burlonamente, disfrutaban verla así indefensa. Ella quería desaparecer, que la tierra se la tragara, literalmente hablando, ya no soportaba ni las burlas ni los cuchicheos de los demás.

        No quería volver al colegio, pero no podía dejar de asistir, pues su padre era maestro ahí y si ella faltaba él lo sabría de inmediato y entonces se le iba a armar la de Dios y Santa María. Ella evitaba estar cerca de las oficinas del colegio para que su padre no se fuera a enterar ni por equivocación de la persecución de que era objeto  y que siguiría hasta el día de su graduación y más allá...

        Todo comenzó un día de milnovecientos setenta y tres cuando su amiga Neyla, una chica de quince años que estudiaba en otra clase, le pidió un favor bastante extraño, pero que a la vez era como un reto para ella.
Oye Magdalena, me tienes que  ayudar. 
Bueno Neyla, te adelanto que si es algo de matemáticas, no cuentes conmigo. Yo misma soy muy mala para eso, pero dime, a ver que puedo hacer.

Mira, vamos a sentarnos allá en la parte de atrás, para que nadie nos moleste. La verdad es que es algo serio. Magdalena la miró intrigada y la siguió. Ya al final del patio de recreo, se sentaron en la grama, bajo un viejo árbol de acacia, Neyla sacó una par de refrescos de su mochila y le brindó uno a su amiga.

Bueno tú me dirás, si no es una cuestión matemática, ¿qué cosa tan seria, puede estar pasando contigo, para que creas que yo pueda ayudarte a resolverlo? Si estás embarazada, no me quiero ni enterar, olvídalo. ¿Dinero? Aparte de ser una pobre mortal, soy más pobre que el carajo, por ahí tampoco podrás entrar. Así que suelta la sopa pero ya, que se acaba el recreo y debemos subir a clases.

Podrías adivinar — contestó Neyla, con una sonrisa.
Si no te apuras, no podré ayudarte, así que pilas, ya me estás sacando de tino.

Espérate, déjame explicarte. Mira tú sabes que mis padres se separaron el año pasado y mi madre se fue a Venezuela a trabajar, así que me dejó con mi abuela. El problema es mi tío.
— ¿Tu tío? ¿Qué pasa con él?

Bueno, mi tío es un bueno para nada, y es un parásito, le vive sacando dinero a mi abuela y es para drogas, ella por supuesto no tiene ni puta idea, pero como lo adora por ser el menor de los hijos y ella cree que él no se ha casado solo por quedarse con ella y acompañarla en su vejez. Pero él es malo, te digo muy, muy malo.

— ¿Ajá, yo que puedo hacer? ¿No querrás involucrarme en un asesinato? Porque eso pareciera que es lo que quieres hacer con el pobre tipo. — Dijo Magdalena, haciéndose la señal de la cruz y en tono socarrón agregó — Dios me proteja de amigos como tú, de los enemigos me cuido yo solita.

No niña, tampoco soy una criminal, solamente quiero que vengas conmigo a mi casa, hoy no, pero en esta semana, pide permiso a tus padres y diles que yo te invito a comer a mi casa, tú sabes que tu papá me conoce y sabe que somos amigas, así que no te pondrán peros.

Bueno, si es con comida voy, pero no me metas en líos, que ya te conozco bien. Acuérdate de lo de Pedro y mira como terminó, no estoy dispuesta a que me castiguen por tu culpa y mucho menos que me metan en una correccional, por una de tus maravillosas ideas.

Cuando te dije que es serio, es verdad. Imagínate que mi abuela hizo una cita con sus abogados para la otra semana yo la escuché cuando hablaba con una amiga por teléfono y le dijo que le quiere dejar su herencia al vago de mi tío José y si eso pasa, y él se llega a enterar seguro que es capaz de matarla y entonces, ¿ dónde voy a ir yo? Porque si la asesina, que sé que lo haría, ni creas que él me va a dejar seguir viviendo en esa casa, además por lo que veo mi abuela no le dejará nada a mi mamá que también es su hija, ¿y yo, que va a ser de mí? Yo soy su única nieta, y mi madre me ha dejado a su cuidado, creo que es una maldad de mi abuela que le deje algo a ese malnacido, él no merece un peso de la fortuna de ella. Y… Magdalena no la dejó continuar y la interrumpió:

Pero si tu tío José es tan malo, ¿por qué no se lo haces ver a tu abuela?

Esa es la clave, sí, por eso es que hace varios días se me iluminó el bombillo y vi tu imagen.

— ¿Mi imagen? Mija, ni que yo tuviera cara ni de santa ni de bruja, ese lío que tienes en tu cabeza, te lo quita un psiquiatra o una buena tunda que te dé tu abuela, si tu tío no te da un cachetón antes que te mande al dentista de emergencia.

        En eso sonó el timbre que anunciaba el final de la pausa y Magdalena se levantó arreglando su uniforme, Neyla se agarró del brazo de su amiga para ayudarse a levantar, y quedando cara a cara, le dijo: 
Magda, ayúdame por favor, en el bus nos sentamos en la última banca y te cuento, ya verás que no es nada del otro mundo, será fácil, además tú has demostrado que tienes grandes dotes histriónicas por naturaleza, y eres muy ocurrente.

        Al llegar al rellano de las escaleras se dirigieron a sus respectivos salones, Magdalena, no dejaba de pensar, ¿qué quería su amiga de ella? Se repetía una y otra vez la última frase que su amiga había dicho con tanto énfasis “será fácil, además tú has demostrado que tienes grandes dotes histriónicas por naturaleza, y eres muy ocurrente.“ Ojalá no la fuera a meter en un berenjenal sin vuelta atrás.
        Sonó el timbre de final de clases, Magdalena iba saliendo cabizbaja, en dirección al parqueadero de la ruta escolar, sumida en sus pensamientos. Ya en la puerta del bus, tenía la esperanza de ver a su papá, pero de sobra sabía que todavía quedaban los de la sexta clase y su padre tenía que trabajar aun.
Puso el pie en el estribo del bus, cuando sintió una mano en su espalda y la voz de su amiga que la apremiaba.

Anda, apúrate, que nos quitan el puesto. Así que subió, como prisionero de camino al cadalso. Ya sentadas, Neyla quiso empezar a hablar y Magdalena con la cara más preocupada y triste, que de compinche levantó la mano en señal de ¡Para! Y le dijo: — Neyla, no he puesto atención a las clases por estar pensando en este cipote enredo en el que me quieres inmiscuir. La verdad no quisiera ayudarte, pero eres mi amiga y los buenos amigos se conocen en momentos de dificultad. No sé en donde estoy pisando, dejándome manipular por una enana de quince años, pero te voy a ayudar, eso sí prométeme, primero: que no vamos a matar a nadie y segundo que esto no me va a afectar en el colegio, porque eso sería como ponerle la guillotina en el cuello a mi padre. Y sabes que mi viejo trabaja como loco, para que nosotros podamos estudiar en este colegio de millonarios, sin serlo. Eso último lo dijo con dolor y pena por su padre.

Mira Magda, si tú me ayudas yo no voy a quedar a la deriva, ya sabes que mi abuela es lo único que me queda realmente en la vida, mi mamá después del divorcio, se desentendió de mí y de mi papá, nunca más he vuelto a saber, o sea que si mi abuela le deja su herencia a mi tío yo terminaré en un orfanato o algo peor, tú no te imaginas, cuando ese tipo está drogado, que es casi siempre, me mira con lascivia, él no es un tío normal, me habla de manera obscena y hasta ha tratado de entrar a mi cuarto, pero yo cierro con llave y además pongo una silla debajo del pomo, por si trata de forzar la puerta. La verdad, ya no sé que hacer, porque mi abuela cree que él es un santo y lo que yo le diga, ni lo escucha. En fin si no me quieres ayudar, no hay problema ya veré yo como hago, pero te estaré agradecida por el resto de mi vida si me ayudas.

Dale, ya te dije que sí, en eso he pensado estas últimas horas, así que explícame ¿cómo entro yo en este teatro?
Mira, el día que vengas a mi casa tú te traes esa manta guajira, que te pusiste cuando la exposición, sobre los indios Wayuu, que organizó el rector en la biblioteca. Cuando lleguemos a mi casa, entramos rápido en mi habitación, a esa hora, mi abuela estará en el jardín así que no nos verá llegar y mi tío, normalmente a esa hora, está en su cuarto haciéndose seguro una paja o metiéndose un "join" y oyendo a Nirvana o alguno de esos grupos de Rock duro, pero...

— ¿La manta guajira? ¿Y esa vaina pa'que?— La interrumpió Magdalena.
— ¡Anda niña! ¿Todavía no lo has pillao? Y sin dar ocasión a respuesta alguna, siguió:
Mira, en mi cuarto te pinto la cara, te pones la manta y vamos al jardín. Te presento a mi abuela y le digo que tú eres Wayuu y que te acabas de integrar al colegio, le comento como al descuido que tú sabes leer el cigarrillo y como a mi abuela le gustan esas cosas esotéricas, para picarla, también como no queriendo la cosa y la cosa queriendo; le digo que te traje para que me lo leyeras aquí.  Cuando estemos en el cuento, tú me dices que mi mamá sufrirá un accidente grave y que ves algo raro, como si yo estuviera viviendo en un orfanato, y pareciera que me maltratan.

Ah, pero ¿y si tu abuela no está ahí? Yo no voy a gritar pa'que se despierte el monstruo violador de tu tío.
No te preocupes, ella estará, ya lo verás y por mi tío no te preocupes, eso era lo que trataba de explicarte antes de que me interrumpieras. Mira a él le encanta tomarse mi avena y  se la voy a preparar, le pondré un par de Diazepam de los que toma mi abuela para la depre y dormirá como un bebé. Así que tendremos tiempo y espacio.

        En ese momento entró la profesora de vigilancia de ruta, y  las mandó a callar. Así que la conversación, tendría que seguir en otro momento. Neyla era la primera en bajarse, así que acordaron que al día siguiente fuera el gran día.

        Era viernes, Magdalena le había pedido permiso a sus padres, para ir a comer a la casa de su amiga y quedaron en que el padre la recogería entre cinco y seis de la tarde.
Las niñas se encontraron a la hora de la merienda y se sentaron en su sitio preferido a tomar su refrigerio, mientras ultimaban los detalles de la farsa.

Bueno amiga, ya sabes lo principal, ahora solo faltan las minucias, tú sabes, yo soy buena, linda y adoro a mi abuelita, pero ella parece que no lo sabe.

— ¿Eso no es como exagerar?, no creo que haga falta decir semejante mentira, porque tú no quieres a nadie que no seas tú.
Avísame si me vas a juzgar por luchar por
lo mío y no hacemos nada, con todo lo que te quiero y bien que lo sabes.— respondió la otra, poniendo cara de víctima.

Dale, sigue con tu plan, ya me metí, ya me jodí. Soy de una sola palabra te voy a ayudar, para que no te dejen en la calle y termines de puta o quien sabe que cosa aún peor. ¿ Cómo piensas hacer que tu abuela entre en el juego?— replicó Magdalena con irritación.
No te preocupes ya yo puse las primeras piedras, le dije que vendrás hoy a comer y bueno ya sabes se la pinté tan bien que quedó interesadísima.

        
        Viernes una de la tarde, suena el timbre que indica que a partir de ahí comienza el tan anhelado fin de semana de todos los escolares, Magdalena sentía un peso oscuro, era como si su aura estuviera de un morado intenso unido a un halo color ocre y otro terracota, símbolos de la tristeza, el pesimismo y el egoísmo. Caminaba sumida en sus pensamientos cuando se le acercó corriendo Neyla y le preguntó:
—¿Lista mi amiga? Vamos que te sigo explicando tu libreto. Verás, cuando mi abuela, te pregunte si le puedes leer el cigarrillo a ella tú le dices que no, porque no la conoces y a lo mejor tienes que decirle algo que no le guste y se vaya a enojar, que mejor en otra ocasión. Magdalena intentó decir algo, pero su compañera, no le dio oportunidad y continuó. — Tu tranquila, que ella te va a rogar, entonces le dices todo lo que acordamos.

Oye, yo no tengo cigarrillos, imagino que tú ya tendrás. — Y con sorna continuó— ¡Ah!... Y antes que nada vas y miras si el monstruo violador está „groggy“

        Todo se desarrolló como lo había organizado Neyla, la abuela hasta lloró por el dolor que le causaron las palabras de Magdalena, y abrazó a su nieta y le pidió perdón, a lo que esta haciéndose la tonta, le decía: 
Ay abu, no llores, si yo te quiero mucho estoy muy agradecida, porque me recogiste cuando mis padres me abandonaron has sido tan buena conmigo y yo te amo con todo mi corazón, si tu me faltaras moriría de pena. fue tan convincente que la abuela ya no pudo más y le confesó, lo que ella creía era su secreto.

Hija mía, yo tengo una reunión con mis abogados la próxima semana, para organizar mi testamento, pensaba dejarle una pequeña parte a tu tío y el resto a ti, pero ahora no creo que deba dejarle un solo centavo, por ser tan ruin traicionando mi confianza. Entonces  Magdalena que había permanecido callada, viendo como se desenvolvía todo, en ese momento se dio cuenta que su amiga era  manipuladora y malvada con la pobre anciana y como ella misma había caído de nuevo en sus planes maquiavélicos. Se levantó de la silla y se acercó a la ventana y como si estuviera pensando en voz alta dijo:
Señora, yo no creo que usted deba cambiar sus ideas, por algo que he dicho yo, no soy una profesional, esto lo hago solo por hobby y también me he podido equivocar. La cara de su amiga tuvo un cambió de colores, mientras sus ojos se iban agrandando, se llevó un dedo a sus labios para indicarle que callara, pero ella hizo como que no la vio y continuó. — No sería justo que alguno de los dos quedara a la deriva, sería muy egoísta dejarle todo a uno solo y además podría provocar un problema familiar. Yo sé que soy una adolescente y usted pensará que lo que usted haga será lo mejor. Estoy de acuerdo en que cada uno es responsable de su propio albedrío, por lo mismo me atrevo a sugerirle, que piense bien lo que va a hacer. Además, personalmente, creo que lo mejor sería que creara un fideicomiso para la parte de Neyla, en caso de ella fuera menor de edad cuando usted muera. Esperemos que esto tarde mucho porque yo la veo a usted muy, muy fuerte.

        Eso fue lo último que pudo decir Magdalena, en la cara de Neyla el último color que se reflejaba era el rojo y no precisamente por salud. En eso sonó el timbre de la puerta y Neyla fue a ver quien era, gracias a Dios era el padre de Magdalena, que se sintió salvada por la campana. Se despidió con un cálido abrazo de la señora y cuando se acercó a despedirse de su amiga esta le dio la espalda.

        El lunes, al subirse a la ruta escolar, Magdalena sintió que algo había cambiado y al llegar al colegio comprendió que haber ayudado a su amiga había sido el peor error que había cometido en su corta vida.

— ¡Bruja, bruja ja, ja, ja, ¿quien te crees para meter en la cabeza de una anciana una sarta de mentiras? Además engañar a tu propia amiga, diciéndole que eres vidente, solo para ganarte 500 pesos. 
¡Loca más que loca, eso es lo que eres! 

        Unos muchachos de los más fornidos la empujaron y cayó arrodillada, a los pies de la que creía era su amiga, a quien había ayudado, pero por tratar de ser justa ahora era ultrajada por los idiotas útiles, que se sentían amados porque recibían los favores amorosos de su amiga, como pago a sus trabajitos. Cuando levantó sus ojos, se encontró con la mirada de arpía de Neyla. No necesitaba que le dijera nada, para saber como sería su vida en el colegio los últimos meses antes de su graduación, si no pasaba algo...
Al día siguiente, mientras la ruta escolar recogía a Magdalena, la abuela de Neyla recibía una carta que cambiaría el destino de muchas vidas.



©María Vives Araújo 12.04.2021

Aachen, Alemania.

*Ilustraciones tomadas de la red.



3 comentarios:

  1. Vaya historia tan interesante, me has tenido leyendo de principio a fin casi sin respirar, y parece que Neila va a recibir una carta... osea, que esto no acaba aquí... ya te puedes poner las pilas con la continuación. ;)

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  2. María, me ha encantado tu historia. Me quedo ahora con las ganas de conocer el contenido de la carta.

    Felicidades!

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  3. Esperando una segunda parte. Maravilloso relato. 🥰🥰🥰🥰🥰

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